lunes, 3 de septiembre de 2012

Érase una vez...

Supervivientes, hoy os contaré una historia. La historia de un reino en el que todo era felicidad, riqueza y derroche. Un reino que pensaba que era rico. Un reino forjado a base de cemento y ladrillo. Un reino en el que empezó a imperar el "yo lo hago mal, pero tú lo hiciste peor" y el "rebota, rebota y en tu culo explota". Un reino en el que echar la mierda al contrario se tomó como sinónimo de hacer política.

Este reino se llama España. País de sol y fiesta, que hubo un tiempo en el que se pensó que era rico. Un país donde el futuro era el ladrillo. Un país donde el "¡Cómprese un piso, es una inversión segura!" era la frase de moda. Un país en el que, simulando a un cuento infantil... soplaré y soplaré, y la burbuja estallaré.

¿Por que invertir el superávit de la construcción en investigación?¿O en sanidad?¿O en educación? ¡Sigamos dándole fuelle al ladrillo, que es una inversión segura! ¿Quiere un piso de 60 metros? ¡Mejor uno de 120, hombre! ¡Que yo se lo financio! Y tome un poquito más por si quiere usted comparse un coche o una casita en Torrevieja. ¡Que está tó pagao!

Han pasado los años y la realidad es bien distinta. Ahora hay que apretarse el cinturón...pero solo algunos. Ahora toca pagar más por menos. Toca reducir derechos y aumentar obligaciones. Toca ver, oir y callar.

Los habitantes de este reino son testigos de bancos en quiebra, pisos construidos pero sin vender, aeropuertos sin vuelos, trenes sin pasajeros y ladrones que visten traje y corbata. Son testigos de como suben impuestos, bajan derechos y aumentan los corruptos. Ven como a sus dirigentes se les pagan dietas por alojamiento teniendo piso propio, y como a pesar de ser un Estado laico y aconfesional, la Iglesia sigue llevando un buen pico del dinero público.

Un país en el que solo se ve en rojo o azul. Un país que sólo se alegra con el deporte. Un país que se hunde mientras la música sigue sonando.

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